La educación actual produce zombis
Entrevista con Claudio Naranjo
Flávia Yuri Oshima
Revista Época 31.05.2015
El psiquiatra chileno dice que invertir en la didáctica afectiva es la forma de estimular el autoconocimiento de los alumnos y formar seres autónomos y sanos.
El psiquiatra chileno Claudio Naranjo tiene un currículo envidiable. Se licenció en medicina en la Universidad de Chile, se especializó en psiquiatría en Harvard y se convirtió en investigador y profesor en la Universidad de Berkeley, ambas en Estados Unidos. Desarrolló importantes teorías sobre los tipos de personalidad y el comportamiento social. Ha trabajado junto a investigadores de renombre, como los estadounidenses David McClelland y Frank Barron. Ha publicado 19 libros. Su trayectoria puede ser calificada de irreprochable por el más ortodoxo de los evaluadores. Incluso, es uno de los nominados al Premio Nobel de la Paz de este año. Sin embargo, es habitual que a Naranjo se le llame, en tono peyorativo, esotérico y extravagante. Desde hace más de tres décadas, él y la fundación que lleva su nombre predican que los educadores deben ser más cariñosos, afectuosos y acogedores. Sostiene que ésta es la manera más eficaz de ayudar a todos los estudiantes -no sólo a los mejores- a aprender eficazmente “y así cambiar el mundo”, como él dice. Claudio Naranjo estuvo en Brasil para participar en el evento de educación básica “Encontro de Educadores”.
Usted es psiquiatra y ha desarrollado importantes teorías en el estudio de la personalidad. Hoy en día usted trabaja exclusivamente con la educación. ¿Por qué decidió dedicarse a este tema?
Naranjo- Mi interés se dirigió a la educación porque me interesa el estado del mundo. Si queremos cambiar el mundo, tenemos que invertir en educación. No vamos a cambiar la economía porque representa el poder que quiere mantener todo como está. No vamos a cambiar el mundo militar. Tampoco cambiaremos el mundo a través de la diplomacia, como quieren sin éxito las Naciones Unidas. Para tener un mundo mejor, tenemos que cambiar la conciencia humana. Por eso me interesa la educación. Es más fácil cambiar la conciencia de los más jóvenes.
En su opinión, ¿cuáles son los problemas del modelo educativo actual?
Naranjo- Tenemos un sistema que instruye y utiliza fraudulentamente la palabra educación para designar lo que sólo es la transmisión de información. Es un programa que roba a las personas su infancia y juventud, ocupándolas con contenidos pesados, transmitidos de forma de catequesis e inadecuada. El estudiante pasa horas escuchando, inerte, cómo funciona el intestino de un animal, cómo es la flora de un lugar lejano y los nombres de los afluentes de un gran río. Es una aberración ocupar todo el tiempo del niño con información tan alejada de él, mientras que hay tanto contenido dentro que puede servir para que se desarrolle. ¿Cómo puede ser este lote de información más importante que el autoconocimiento de cada persona? El nombre de educación se utiliza para designar algo que se acerca al lavado de cerebro. Es un sistema que quiere un rebaño robótico. El niño es preparado durante años para funcionar en un sistema alienante y no desarrollar sus potencialidades intelectuales, amorosas, naturales y espontáneas.
¿Cómo es posible cambiar este modelo?
Naranjo- Podemos diseñar una educación para la conciencia, para el desarrollo de la mente. En la fundación hemos creado un método para la formación de educadores basado en más de 40 años de investigación. El objetivo es preparar a los profesores para que se acerquen a los alumnos de una manera más afectiva y cariñosa, para que sean capaces de conducir a los niños al desarrollo del autoconocimiento, respetando sus características personales. Hemos comprobado a través de la investigación que este es el camino para formar personas más benévolas, solidarias y compasivas. Hoy la educación es despótica y represiva. Es como si educar significara decir haz esto y haz aquello. La formación que hemos creado se encuentra entre los programas reconocidos por el Foro Mundial de la Educación, del que soy miembro. Ya me he reunido con ministros de educación de decenas de países para difundir la importancia de este enfoque.
¿Y cuál fue la recepción?
Naranjo- La palabra amor no tiene mucha aceptación en el mundo de la educación. En poesía, quizás. En religión, quizás. Pero no en educación. El tema de la inteligencia emocional está un poco más extendido. Se utiliza para que los jóvenes tomen conciencia de sus emociones. Para empezar, es bueno que exista, pero no tiene un impacto transformador. La inteligencia emocional se acepta porque tiene el nombre de inteligencia en el medio. Todo lo intelectual importa. No se da importancia a lo emocional. Ese aspecto se trata con prejuicios. Es absurdo, porque cuando aplicamos una didáctica afectiva, el alumno aprende más fácilmente cualquier contenido. Los ministros de Educación me reciben muy bien. Están de acuerdo con mi punto de vista, pero en la práctica no hacen nada. Esto puede deberse a la inercia del propio sistema. El ministro es como un visitante que pasa por los ministerios y sólo puede resolver lo urgente. Él mismo no establece prioridades. Tengo más esperanzas en su nuevo Ministro de Educación (Renato Janine Ribeiro). Me invitó a cenar para hablar de mis ideas. Es la primera vez que la iniciativa parte del Gobierno. Es un filósofo, puede marcar la diferencia.
¿Por qué la educación se orientó hacia este modelo?
Naranjo- Apareció a principios de la era industrial, como parte de la necesidad de formar una mano de obra obediente. Fue una traición al ideal del padre del capitalismo, Adam Smith, que escribió La riqueza de las naciones. Era profesor de filosofía moral y se interesaba mucho por el ser humano. Predijo que el sistema crearía una clase de personas dedicadas cada día a hacer un solo movimiento de trabajo, la clase de los trabajadores. Predijo que esta repetición produciría el deterioro de sus mentes y advirtió que sería vital darles una educación que les permitiera desarrollarse, como forma de evitar la completa maquinación de estas personas. Su mensaje fue ignorado. Desde entonces, la educación funciona como un gran sistema de selección empresarial. Se utiliza para que el alumno apruebe los exámenes, obtenga buenas notas, títulos y buenos empleos. Es una distorsión del papel esencial que debe tener la educación.
¿Hay algo que puedan hacer los padres?
Naranjo- Muchos padres sólo quieren que sus hijos vayan bien en la escuela y ganen dinero. Creo que los padres pueden empezar a reflexionar sobre el hecho de que la educación no puede ocuparse sólo del intelecto, sino que debe formar personas más solidarias, sensibles a los demás, con el lado maternal de la naturaleza menos eclipsado por el aspecto paternal violento y exigente. La Unesco define la educación como enseñar al niño a ser. Las Constituciones de los países suelen garantizar la libertad de expresión a los adultos, pero no mencionan a los niños. Son ellos quienes más necesitan esta libertad para desarrollarse como personas sanas, capaces de saber lo que sienten y de expresarse. Si los padres son conscientes de ello, tendremos una gran ayuda. Tienen mucho poder para cambiar.